domingo, 26 de julio de 2009

Hablemos de Fútbol parte 3

Hablemos de Fútbol Parte 3

Tal vez el lector piense que me fui de tema pero no es así, en mi introducción planteé mirar las cosas desde otra perspectiva un poco mas profunda que comprar y vender jugadores, tal vez aceptaría esto como coyuntura pero no como sistema porque de este modo perdería el sentido institucional para convertirme en un simple comerciante y la posición de River institución, por lo menos desde su historia no ha sido esta, en todo caso cuando recurrió a la compra de un jugador fue porque el mismo era una inequívoca estrella que disfrutaría Domingo a Domingo, no para venderlo. Tal vez los muy jóvenes no lo sepan pero así ocurrió con la adquisición de Bernabé Ferreira, el mortero de Rufino, que nos valió el mote de Millonarios.

Para que quede claro me permito citar dos ejemplos y aunque alguno de los protagonistas tal vez no sean de su agrado lo que no se puede negar es que los sucesos son reales.
En la década del ochenta el deterioro político y económico del país llevó a Boca Juniors y River Plate a tener que desprenderse de sus máximas figuras, Diego Armando Maradona al Barcelona, Ramón Díaz al Napoli y Daniel Alberto Passarella a la Fiorentina, respectivamente, Mario Alberto Kempes fue devuelto al Valencia de España al no poder River completar el pago de su pase definitivo.

Solo Independiente pudo disimular el sacudón económico debido a la manera eficiente de sus directivos para manejar los fondos del club históricamente, basado en la importante función social que abarca la institución de Avellaneda.
En este contexto Ferro Carril Oeste logro llegar a la cima del fútbol nacional basándose en sacrificio y orden, lo que le permitió conseguir los nacionales ’82 y ’84 y los subcampeonatos de 1981 (realizó dos excelentes campañas, en ambas se coronó subcampeón, una en el Campeonato de Primera División, donde terminó a muy pocos puntos del Boca campeón con Maradona y compañía y otra en el Campeonato Nacional, donde perdió las finales contra el River de los campeones mundiales del 78), y ser considerado como el responsable (junto al Estudiantes de Bilardo) del cambio que vivió el fútbol de nuestro país a comienzos de la década del 80.

Como debía suceder por una cuestión de protagonismo mediático o de reales habilidades surgió un héroe, como centrodelantero, en Ferro, se movía Alberto Márcico quien se convertiría en uno de los máximos símbolos del club, adorado por propios y ajenos.

En consecuencia con la moda (sin hacer juicio de valor sobre la persona de Márcico) le trastornó tanto la vida y la conducción a Don Santiago Leyden, presidente de Ferro, con sus exigencias de ídolo, a tal punto que lo obligó a tomar la decisión que un verdadero defensor de una institución debía tomar: Hacerle respetar el contrato por dos años con la institución aunque no jugara pese a las críticas de hinchas y periodistas.

Pasan los años, la exigencia de los ídolos y sus interesados se acrecienta y los diferentes directivos de todas las instituciones deportivas con fútbol profesional, para tener buena prensa o materializar sus negocios, agachan el lomo y se suman a los mercaderes e ignoran la enseñanza que Leyden les dejara.

Casi veinticinco años después, 2005, se produjo el segundo ejemplo que he querido tomar en consideración. Presionado por los mercaderes del fútbol el entonces presidente de Boca había tomado una postura, inteligente diría yo, creando el fondo común de inversión que no era ni mas ni menos que el viejo sistema de los queridos gallegos.

Quieren comprar y vender jugadores a través de la institución, muy bien, pongan lo que quieran o puedan hasta completar el 100% y cada uno participa, según su postura, del resultado del negocio. Tenés un 5%, un 7%, un 23% o lo que sea, compramos por 100 si vendemos en 110 te toca el porcentaje de tu inversión si vendemos en 90 perdés el porcentaje proporcional. Buenísimo dijeron muchos y en una de tantas compraron a Marcelo Delgado, a buen costo, jugador con cartel que a los pocos meses de ponerse la camiseta de Boca, en la situación de conquistas en que estaba en ese momento y siendo una institución de renombre internacional recibió ofertas del exterior.

Aquí volvió el duelo, corregido y aumentado, el jugador, representante, allegados, fondo de inversión y cuanto otro que pudiera obtener beneficios personales en una transacción clamó “VENDAMOS”.

La respuesta del presidente de Boca fue: A Marcelo Delgado lo compramos para que juegue en Boca, no para venderlo.

Creo que ni a mi ni a usted le interesa toda la opinión que se movió en derredor de esto, es mas tampoco me interesa, tal vez a usted le ocurra lo mismo, discutir las posturas personales y si las cosas fueron tan así o no. Lo cierto es que como respuesta del deber hacia la institución es correcta ya que prioriza los intereses institucionales a los de cada persona.

Agotados los ejemplos volvamos a lo nuestro, lo narrado no está desconectado de la propuesta inicial. River no logra formar plantel porque no hay políticas claras, responsables, animadas solamente en el deber institucional y esto tiene una sola lectura: primero River luego lo otro, porque River no es ni de los directivos ni de los mercaderes, River es de sus socios y de sus hinchas no socios que son los que lo gozan o sufren pero mantienen su llama encendida.

Conclusión:
Primero y fundamental hay un campeonato por delante y River tiene Directivos, Cuerpo Técnico y Jugadores que deben cumplir con su deber institucional para lo cual deben trabajar en consecuencia y llegar a fin de año de la mejor forma posible.
En Diciembre cambiará el gobierno y con esto, que no es poca cosa, deberán cambiar las prácticas dirigenciales.

De este tema trataremos de ocuparnos en el capítulo 4.

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